viernes, 10 de abril de 2015

YO PROMISCUO



En el eterno afán de etiquetar a las personas se me ha catalogado de promiscuo; Cosa curiosa esta en vista de que particularmente no creo  que exista una forma correcta de actuar más que la propia e individual, ante lo que solo puedo considerar que el juicio frente al comportamiento sexual no es más que una forma discriminativa y abusiva de irrumpir en los aspectos privados de los demás.  


No logro entender la verdadera función de la moral en la sociedad. Siendo la promiscuidad una definición impuesta por las religiones, no deja de parecerme más que una forma manipulativa de generar culpa y resentimiento en los individuos.

En materia de relaciones, el ser humano (diseñado para actuar desde el instinto y delicadamente condicionado para el uso del raciocinio) siempre hace gala de su animalidad, la cual a pesar del sistema de creencias, mecanismos de defensa y resistencia creados por los introyectos paulatinamente adoptados desde la infancia, cobra siempre fuerza a la hora de actuar. No en vano el miedo y la rabia cumplen en nosotros la muy valiosa tarea de preservarnos y defendernos, y no existe tecnología o conocimiento alguno que haya logrado borrar esto de nuestro ADN.


De igual manera la sexualidad es parte primordial y básica del desarrollo humano, a pesar de toda la información que podamos tener no hay un manual de estilos para el instinto y esto del sexo señores no es más que pulsión e instinto puro.


Etimológicamente hablando entiendo la promiscuidad como el acto de mantener relaciones sexuales desordenadas de una persona con muchas otras. Ante lo que me pregunto: ¿Cómo es mantener relaciones sexuales en orden? Y todo esto: ¿Según qué o Quién? Es odioso pretender encasillar el comportamiento humano y peor aún, pretender que sea de tal o cual forma, siendo esto uno de los principales errores en los que se ha construido la sociedad.

Encuentro utópico que la sexualidad pueda definirse, generalizarse y jerarquizarse como si de una fórmula matemática habláramos. Cada persona tiene el libre derecho de sexualizar como le plazca, desnudándose no solo de la ropa sino también de la moral

La moral nunca ha cabido en la cama, con un poco de suerte creo que pudiera generarse algo de ética sexual que intente definir cuáles serían las condiciones idóneas del coito o la forma sexual que practiquemos, donde posiblemente estableceríamos que: disfrutemos sin dañarnos, nos protejamos, y estemos dispuestos a dar y recibir lo que mejor tengamos en ese momento. 

Por lo tanto, la etiqueta de promiscuo no se me hace nada peyorativa, siendo cierto que yo al igual que todos y cada uno de nosotros en nuestra eterna búsqueda del amor,  hemos sexualizado de forma “desordenada” (pues no hay una forma correcta de tener sexo más que teniéndolo) quitándole el falso poder al puritanismo de hacernos creer algo que no existe, para establecer alguna forma de control y dominio sobre los demás 

Si libramos nuestras mentes del morbo y oscurantismo producido en torno al sexo, muy posiblemente podamos tener relaciones sanas y satisfactorias. Por lo demás solo nos quedaría ser honestos y conscientes en nuestra manera de relacionarnos, para tener así y en feliz consecuencia una vida más plena y satisfactoria. 



Fotografía: Art Sculptur, Human Eye, Naked Truths By Spencer Tunick