Últimamente
me he volcado, (sin querer ni darme cuenta) a crear un mundo en red; Un espacio
infinito donde algunas cosas redundan, pero siempre consigo una figura nueva, o
un fondo interesante, de donde surgen experiencias nutritivas, que aportan algo de valor.
Es así como un aviso del
móvil anunció su llegada: @davidliepoulain
te sigue en twitter. Inevitablemente recordé una de mis películas favoritas:
Amélie. Motivo más que suficiente para engancharme de inmediato; Así que entré
a su cuenta, donde una hermosa ilustración de dos atractivos hombres unidos en un tierno beso me dieron la
bienvenida.
Siguiendo mí ya acostumbrado
ritual, le escribí con la premisa: me llamo Juan Carlos Viera y quiero escribir
sobre ti… El proceso fue fluido, David me envió algunas ilustraciones y llenó
mi muy raro cuestionario, que honestamente ha sido lo que menos he usado para conocerle; Pues
es una persona de fácil lectura.
David pallás. Un tímido
hombre de 30 años, de zaragoza España. Donde vive con su perro, sus gatas y su
respectiva pareja. Coleccionista empedernido de cuanto artículo relacionado con
el principito se le atraviese en el camino; Se ha aventurado a escribir e
ilustrar una novela de temática gay titulada: LOS PRINCIPES MORADOS, y tras el alegato de que
los príncipes no solo son azules; Sino que pueden ser de cualquier otro color, a él se le apetece que sean de este tan particular.
La trama aborda temas como: el bulling,
la discriminación, el VIH, el amor,
la tolerancia o la ausencia de ella… El paso hacia la
madurez y la confrontación
de problemas
Muchas cosas pasan por la
cabeza cuando nos detenemos a observar el color. Personalmente el morado no
es de los que se me hace más atractivo, ni en su nombre ni en su composición, pero
cuando estas ante el trabajo de David; las imágenes definitivamente enamoran.
Ante la distancia de un mar
que nos separa, pero la cercanía de un clikc, he podido conocerle en una forma un
tanto familiar; A veces, me pareciera estar charlando con un hombre brillante y
grandioso en sus formas; Otras veces se convierte en un chiquillo malcriado y caprichoso
al que provoca darle dos nalgadas y castigarlo en el rincón. Pero he entendido
que justamente esa combinación, lo convierte en un artista sensible, inquieto,
y muy talentoso.
Escribe, ilustra, toca el
violín, actúa, dirige cortos; Trabaja como educador en su ciudad, y además se
da el lujo de soñar a rienda suelta y sin culpas. Pudiera sonar poco remarcable
esto, pero ser como David en estos tiempos; Es pertenecer a una especie en
extinción.
Gracias a la tecnología, y a
pesar del cambio horario entre su país y el mío. Logramos charlar con bastante
frecuencia; Compartimos material interesantísimo, y notas de voz trasnochadas,
donde me cuenta lo importante que es su familia en su vida, lo mucho que ama y
admira a su hermano, y lo profundamente enamorado que está de su pareja. Evita
caer en tentaciones, y tiene la firme convicción de que educar a los niños
sobre la sexo diversidad es la mejor opción para lograr una sociedad más plural.
No soy yo quien ha
descubierto el agua tibia, pero con David recordé lo cálido que puede llegar a
ser el encuentro humano a pesar de la distancia… Y gran parte de lo que hemos
compartido, se guardará en las ideas que atesoro. Mientras tanto, de lejos le
veo crecer como artista, ganar confianza en sí mismo y renombre a través de sus
piezas. Por lo demás… ya veremos qué otra cosa le depara el camino.