He de confesar que observo
una suerte de cambio en la sociedad latino americana en materia LGBTI, que a
pesar de no ser mucho; ya va reflejando un poco menos de tabú ante ciertos
temas y una aparente tolerancia y comprensión.
Ante una historia basada en
discriminación y el arrebato legendario de sus derechos humanos, las lesbianas,
gays, bisexuales, transexuales e intersexuales, han tenido que encontrar alguna
forma de relación psico - emocional que les contenga, quizá como una forma de
olvidar lo doloroso que les resulta el rechazo de amigos, familiares y
desconocidos o basada en la simple y auténtica
necesidad de sentirse identificados, aceptados e incluidos.
Es así como surge la gay
family; término acuñado para referirse a un grupo donde cada miembro cumple el rol
“sustituto” de los miembros de nuestra familia asignada. Por tanto el individuo
al reconocer características parentales y / fraternales en algunos miembros de
su círculo social, le atribuye el titulo o rol correspondiente. Claramente la
otra persona responde a esto, pues hay un vínculo emocional entre ellos. Por lo
tanto, mamá, papá, y herman@s van encarnándose en esos amigos íntimos y
cercanos que hemos ido cultivando en el camino.
Para algunos esto pudiera
parecer muy freack, pero en realidad estamos hablando de formas de relación que
se han ido formando entre las personas LGBTI, para satisfacer necesidades
emocionales, llenar espacios vacíos y generar identidad. Y esto es lo más normalmente
humano pueda ocurrir. Algo a lo que yo llamaría sentido de sobreviviencia
emocional.
La familia es aquella que se
forma para acompañarse y apoyarse. Más allá de esa imagen que pueda tener una
persona sexodiversa, engastada en todo aquello que le compramos a la norma para
destacar y evadir el dolor de ser invisibles; los miembros de la comunidad
LGBTI demostramos históricamente como supervivir, construyendo bases, nexos, vínculos,
que nos dan la fortaleza para seguir adelante.
Juan Carlos Viera