sábado, 21 de noviembre de 2015

Disidente



Una de las principales barreras que encuentra el homosexual común erradica en que es diferente en un mundo que le exige ser igual a los demás. Parece mentira que a estas alturas con tanta tecnología y avances en materia humana, la sexodiversidad sea considerada algo malo, desdeñable y hasta punible; tanto así que en algunos países ser homosexual es un delito penado con la muerte.

Homosexuales lanzados desde los más altos edificios ante la mirada indolente de cientos de personas que se aglomeran a presenciar tal lamentable acto, como si de un circo se tratara; mientras algunos se escudan bajo la excusa de que esta abominación está concebida en su cultura, a otros simplemente les da igual y muchos por temor ni se atreven a opinar. Esto es un área gris contrastada con  sociedades del primer mundo que  avanzan legalizando el matrimonio entre iguales y reconocen sus derechos; Latinoamérica da unos visos de seguir el buen ejemplo como en el caso de México y Brasil, pero en comparación algunos paises se encuentran unos cuantos pasos atrás. 

No es casualidad que muchos homosexuales sufran de ansiedad, depresión y vivan atormentados con ideas suicidas, teniendo que lidiar con una existencia carente de una estructura social que los contenga. Ciertamente este último tiempo ha habido una suerte de conquista político social en cuanto a derechos humanos se refiere, pero: ¿Qué tanto alcance real ha tenido esto en nuestra sociedad? Países como Venezuela continúan sumergidos en un limbo legal, mientras miles de homosexuales (estimados en un nada despreciable 14% de la población) siguen viviendo a la sombra de la heteronormativa, formando familias y hogares en medio de una gran anda; que no les permite realización como personas sanas y autónomas, quedando así supeditados a recibir las migajas que la ley y los organismos gubernamentales le dan, desde la ilusión política de inclusión y con la falsa esperanza de que estamos a la puerta de un nuevo siglo donde la sexodiversidad es considerada y tomada en cuenta.

Vivimos una burla, seguimos siendo marginados, no hay elementos legales que protejan el derecho a la vida de los que sienten diferente, de aquellos disidentes por naturaleza, los miembros de la comunidad sexodiversa somos alimento de burla y desdén, las lesbianas son invisibles en la calle y motivo de morbo para el hombre, los bisexuales forman un guetto bastsante undergronw para poder mantener sus relaciones con el sexo opuesto sin ser juzgados, las personas trans siguen siendo consideradas el lumpen social, y los intersexuales están en el último eslabón de la cadena alimenticia.
Con tristeza noto que solo somos visto como genitales con patas, nuestras capacidades y talentos son minimizados ante el morbo que les da el hecho de que hagamos cosas diferentes en la cama, PORQUE SI HAY ALGO A LO QUE LA GENTE LE TEME ES A SER DIFERENTES… Más seguimos sustentando áreas importantes de la economía prestando servicios, educando a los niños, limpiando sus alfombras y secando las lágrimas de las mujeres maltratadas por el patán que tienen como esposo.

Nuestros derechos humanos siguen siendo arrebatados, una persona sexodiversa es considerada menos a la hora de hacer una denuncia por agresión, ni hablar de cómo sin nuestros consentimiento se nos hace la prueba del VIH para optar por un empleo (cosa prohibida por la ley y que viola todo acto de dignidad humana) no sin antes constatar que no sea tan evidente tu identidad de género u orientación sexual claro está.

¿Y todavía me preguntan por qué los sexodiversos somos rebeldes, excéntricos, escandalosos, llamativos, enérgicos, sexuales muy sexuales? oh si sobre todo esto último, muy sexuales. Por la simple razón de que el sexo es un lenguaje y la promiscuidad es una protesta y todo aquello que pueda ocasionar un infame movimiento en las tripas de los fundamentalistas no es más que la plataforma para nosotros a los que históricamente se nos arrebata el derecho a la vida plena.

Somos la prueba latente de que algo definitivamente no anda bien en las sociedades y es la sociedad misma, porque un sistema que criminalice, denigre y margine a sus miembros por el simple hecho de ser distintos, no puede estar bien concebido.

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